miércoles, 23 de marzo de 2011

Notas de azucar

No quiero dormir, quizás sea demasiado pronto para esconderse, pero las notas de un piano culpable y quejumbroso siguen sonando en la habitación contigua. La luz de este vetusto lugar no lo hace todo más fácil, me inquietan sus sombras que, juguetonas se mueven al son de la música. Phil reposa su cabeza bajo sus alas esmeraldas y respira acompasado. Sigue sonando un re agudo, seguido de un do que precede a un la menor, no puede ser tan difícil no pensar. Mi cabeza da vueltas, quiero salir, cruzar la puerta andar por el pasillo sintiendo la madera de ese oscuro motel, abrir la otra puerta, habiendo cerrado la otra antes, adentrarme en esas notas, volar con esa tormenta acústica , introducirme en el remolino de empirismo que eso me producía y ver de nuevo, pero esta vez cara a cara esos ojos verdes, esa mirada perdida, extasiada en la música, poder sentir a la par que ver esas caricias que le dedicaba a las teclas marmóreas de ese piano que sin negarse seguía a la perfección todas sus indicaciones.
AnaBR

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