Sonó el timbre del fin de las clases, y junto a el, el sonido simultaneo de todos nuestras canastillas, chocando contra las mesas, y nuestros pasos alejándonos, desalentadas, sin ganas de vivir. Tocaba salir a hacer la comida a las monjas, esa tarea no gustaba nada a ninguna de nosotras, teníamos que salir a la cocina de la vieja casa, detrás del huerto del cementerio.
Las guardesas nos hacían trabajar hora tras hora, día tras día, mes tras mes.
Entrábamos en grupos de cuatro.
-Laia, Cristina, Carmen y Paula extender los brazos. Nos dijo Monyt, así se hacía llamar la guardesa.
Nos colocó unas vendas en los codos, para no quemarnos en los negros y ardientes fogones. Luego a cada una le daba un objeto o un ingrediente.
En este caso, a Laia, le entregó un cubo, para recogen las patatas, a Cristina una espátula de barro, a Carmen una hoya ¿ y a mí ?, a mi no me dió más que una órden:
Ana Bear Rados
Modelos:Ana Galán y Bárbara Clemente
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