miércoles, 13 de mayo de 2009

Little miss Kira


[...]Una efímera lagrima fue el principio de un eterno llanto, apoyé la cabeza de Mario sobre mi hombro desnudo y le estreché con fuerza contra mi pecho, pude notar por la cercanía, el sabor salado de sus lágrimas, su corazón latir sin cesar dentro de su pecho escoltado por un chaqueta azul marina y una elegante camisa blanca, ahora manchada por la sangre que derramaban sus inquietante ojos castaños. Le agarré la espalda con fuerza el sollozaba, gemía furioso. Sequé sus lágrimas con mis labios con el fin de mostrar el apoyo y el cariño propio de una vieja amiga. Le sentí frío pero a la vez caliente, una paradoja inquietante. Sus labios ahora pálidos y su pecho gemebundo me atraían no sé porqué extraña razón. Mario inspiró con fuerza y levantó la cabeza mirándome a los ojos desde abajo, doblado sobre mi regazo. Le sostuve la mirada, la sensación de diferencia de edad se esfumó, en ese instante, solo tenia ganas de protegerle, de dejarle llorar sobre mí meses o años, de no apartarme de esa mirada que me cortaba el alma en pedazos.La cabeza me daba vueltas cuando me acerqué temerosa, paso a paso, nuestros labios estaban más juntos a la vez que los corazones, silenciosos, firmaban un pacto de fidelidad eterna.El acercó su cara empapada en lágrimas y pude notar sus suaves labios recorriendo los míos con dulzura. Sentí desmayarme, mi cabeza daba vueltas, él ,imperturbable y tranquilo me recorría con la mirada, tocaba mis ojos con sus señoriales labios y yo solo tenía ganas de no controlarme.

Ana Bear Rados

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